lunes, 15 de julio de 2013

Feria de San Fermín. Octava de feria.


UN VALOR RAYANDO LA LOCURA.  


6 toros de Miura. Bien presentados. Grandes, bajó un poco el tercero. El tercero bueno. El cuarto peligroso. El resto toreables pero sin fondo. 

Rafaelillo. Vuelta y silencio.
Castaño; Silencio en ambos. 
Jiménez Fortes; Oreja y silencio. 

Lleno. David Adalid y Fernando Sánchez se desmonteraron en los dos toros que banderillaron. 



Llegó el "pobre de mi" y con el el final de los sanfermines 2013, toda una semana de toros de verdad, los de mayor trapio del campo bravo español, en una fiesta en que la seriedad del toro se mezcla con el bullicio y la generosidad del respetable. Un cóctel que resulta perfecto en verano, refrescante.

El cierre lo ha puesto la tradicional miurada de domingo que este año coincidió con el final de la feria por los caprichos del calendario. Una corrida de gran presencia, como cabe de esperar en la afamada ganadería sevillana, kilos en sus agalgadas figuras, con variedad de pelajes, pero que careció de emoción en la mayoría de sus toros, con escaso fondo exceptuando y noble y bueno tercero y el peligroso y avisado cuarto, a la vieja usanza de Miura. 

Los toreros estuvieron bien, en profesional. Rafaelillo pechó con la parte dura del encierro. Si el primero fue noble, se revolvía presuroso sobre las manos sin dejar colocarse en ningún momento al torero murciano que lo trasteó con dignidad y mucha voluntad. Faena de pundonor estando muy por encima del toro y coronada con una gran estocada jugándose la cornada pues el toro tapaba la salida. Le pidieron minoritariamente la oreja y dió una justa vuelta al ruedo. El cuarto fue el toro peligroso de la corrida. Un Miura, de los de antes, ahora que parece que la ganadería está mas dulzona y toreable. Sin fijeza, mirando los muslos del torero constantemente, cuando venía lo hacía con suma incertidumbre, tirando cornadas. Rafaelillo no se dió coba. Trasteo sobre las piernas y matarlo dignamente no se le podía pedir más. 

Castaño tuvo enfrente un grande y bonito toro salinero, escobillado de pitones contra los burladeros, que extrañamente y en contra de lo que suele ser base de su tauromáquia, no lució en el caballo. En banderillas brillaron Adalid y Sánchez, como casi siempre siendo prendido el primero sin consecuencias. En el tercer par se quitó la espina y ambos se desmonteraron. A la muleta el toro bonachón y de escaso recorrido no transmitió nada de lo que le exigimos a estos toros. Trasteo sin trascendencia y mal con la espada. El salmantino parece haber perdido el sitio con la tizona. El quinto, el más hondo, con mucho cuajo en sus 650 kilos propició con su boyante embestida dos grandes pares de banderillas ganándole la cara de David Adalid. Nuevo triunfo del de San Martín de Valdeiglesias. A la muleta el Miura llegó desfondado, aparentemente lesionado y sin casta ninguna que pudiera mover semejante mole bovina. Volvió a matar mal y un salto de la espada le produjo un aparatoso corte en la cara curado sin consecuencias. 

Lo más emocionante de la tarde se vivió con la salida del tercero, uno negro, el más terciado y anovillado de la miura que atropelló en la portagayola a Jiménez Fortes, lo tuvo entre los pitones angustiosos segundos y lo lanzo al aire como un muñeco de trapo. Afortunadamente se rehizo el malagueño y nos brindó una faena llena de valor sereno, de ese del que presume este torero, ante un toro noble y que embestía largo por ambos pitones, un miura de dulce, como aquellos de la triunfal corrida de Sevilla. Puso el corazón en la garganta de los veinte mil espectadores con manoletinas ajustadísimas y en una de ellas resultó de nuevo arrollado pero sin cornada. Por momentos atropella la razón este torero y roza el tremendismo. En la excitación del momento un estoconazo de premio en todo el hoyo de las agujas y oreja mayoritaria. El capote de San Fermín no paró de actuar en los últimos tres días de la feria. 

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