jueves, 11 de octubre de 2012

UN PASEO POR ROMA CON ALLEN.


Roma en un paseo de hora y media. Así podemos definir la última película del maestro neoyorkino Woody Allen. Ya os he dicho que me gusta pasear y cuando voy al cine también paseo sentado en mi butaca de la mano de este excelente director, uno de mis favoritos no os quepa duda.  Si el año pasado fueron los Campos Elíseos y la Torre Eiffel, este año Allen nos pierde en las estrechas y enrevesadas calles de Roma, la Ciudad Eterna. Ni que decir tiene que lo mejor de la película es su fotografía y sus excelentes localizaciones, desde el Coliseo hasta la Piazza Espagna, La Fontana y algunos de sus preciosos parques llenos de antiquisímas ruinas.

En si el argumento no deja de ser el de una disparatada película de enredos. Cuatro historias paralelas, con sus propios personajes, muy bien diferenciadas y que en ningún momento se entrelazan. Cuatro historias sencillas, divertidas, fáciles de seguir aunque por momentos surrealistas (delirante el enterrador descubierto por el personaje de Allen como gran varítono de ópera, pero que solo puede conseguir su mejor registro cantando bajo una ducha) difíciles de creer, con el único denominador común del marco excepcional que supone la ciudad de Roma.

Los temas también son los habituales en la filmografía cómica de Allen: El amor, el sexo, la infidelidad y la muerte. La neurosis de un Mundo que en sí mismo es un puro disparate. Introduce como nuevo, a mi entender, el curioso tema de la fama y su volatilidad. De lo efímero y fugaz que puede ser el éxito para algunas personas que logran conseguirlo, muchas veces de la nada, sin saber como ha llegado, sin haber echo un mérito suficiente. Papel protagonista muy bien interpretado en este skecht por el gran Roberto Benigni, que junto a Ornela Muti dan el toque italiano al elenco de actores.

Y es que conforma esta película un reparto de actores lleno de caras conocidas procedentes tanto del cine americano como europeo. El gran numero de personajes cuenta con los rostros del propio Woody Allen, Judy Davis o Alec Baldwin  en personajes más secundarios y con la magnífica interpretación de los jóvenes Ellen Page y Jesse Eisenberg en la trama meollo de la película, que no es otra que el enamoramiento repentino y la infidelidad consecuente. Penélope Cruz es la representante española, en un papel muy muy secundario de prostituta, mostrando toda su espléndida anatomía pero con el que Allen demuestra que cuenta con ella como un gran icono de belleza y sexualidad para sus películas.

En definitiva no es ni de lejos una de las mejores del maestro, es cierto. Seguramente acabe pronto en el olvido de sus mitómanos pero con ella se puede pasar una hora y media bastante distraida. Si no conoces Roma te apetecerá ir y si la conoces te apetecerá volver.



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