viernes, 5 de octubre de 2012

UN CID SIN ESPADA.


Manuel Jesús "El Cid" pierde una oreja por el mal uso de su espada tras cuajar un gran toro de El Puerto de San Lorenzo, el único que destacó en un encierro con el común denominador de la mansedumbre. El Fundi se despide con el agradecimiento de la plaza de Madrid.


Seis toros de Puerto de San Lorenzo. Bien presentados. Todos mansos en distintos grados. Con peligro el primero, nobles y sosos el resto. El segundo de nombre Gracioso, un gran toro en la muleta.

El Fundi. Silencio y palmas.

El Cid; Ovación y silencio.

Luque; Silencio y silencio.



Gracioso hizo el avión en la muleta del Cid.

Solo el segundo capítulo de la corrida mereció la pena esta tarde en las Ventas. El Cid volvió a reencontrase con su mejor toreo, aquel que le convirtió en figura ya hace años en esta plaza. Tuvo la suerte de encontrarse con "Gracioso", un gran toro del Puerto, bajo, con cuello, sin exageraciones que cumplió en el caballo, estuvo muy bien lidiado por el Boni y llego boyante y muy humillado a la muleta. Cid le templó mucho los muletazos con la mano derecha en tres tandas alargando mucho el viaje del burel que hacia el avión por momentos. Por el izquierdo, mano con la que empezó la faena, el toro no iba tan largo y los muletazos no eran tan bellos. Se empeñó el torero de Salteras en querer someterlo por ese pitón conocedor como es de que en las Ventas la puerta grande se abre con la mano izquierda, y la faena cayó en picado. Para cuando quiso vover a la derecha, el público ya se habia desenchufado de la labor del torero. Aún así estuvo muy mal con la espada y perdió una oreja, dejándonos con la sensación de obra inacabada, de que el toro tenía mas. Una pena.

El resto de la corrida fue un querer y no poder de los toreros. El Fundi, en su última tarde venteña, se estrelló con dos mansos imposibles, el primero, un burro alto y grande de más de 600 kilos incluso con guasa le miraba el pecho por encima de la muleta. No se dió coba el maestro de Fuenlabrada y los despacho rápido con dignidad. El público de Mádrid le despidó con cariñosas palmas de agradecimiento a una intachable trayectoria torera.  

Daniel Luque salíó muy dispuesto entrando en quites en los dos primeros toros sin mucho lucimiento. Sus toros también pecaron de excesiva mansedumbre, escasa casta. Su labor valiente y llena de pundonor no tuvo eco en los tendidos. En el sexto optó por el arrimón siendo reprendido por parte del respetable y es que el toreo de cercania  no gusta entre los más ortodoxos aficionados de las Ventas.


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